LA CELESTINA ACTO I (Diálogo
entre Celestina y Pármeno)
Celestina ha sido llevada a casa
de Calisto por Sempronio, ha hablado apenas dos palabras con él, le ha hecho
una promesa –que en teoría le había ya adelantado Sempronio antes de ir a
buscarla- se la ha asegurado, Sempronio y Calisto desaparecen para ir a por
dinero para pagarla.
Quedan en escena Ella y Pármeno
solos.
- En principio se hace la extraña, como si no le conociera, Pármeno –franco y sincero como es- le dice rápido que la conoce, la sirvió y tiene derecho a llamarle lo que le ha llamado porque sabía las entretelas de sus negocios. Ella –enseguida nos damos cuenta de su poder engañador, no sabemos si en realidad se ha hecho la tonta o no recordaba y ahora dice que si- le dice al muchacho, que ha venido por él (no por lo de Calisto), porque sabe que está en esa casa hace tres días (luego Parmeno es un criado nuevo) y que le tiene guardado un tesoro que le dejó su madre al morir.
- Pármeno no se lo cree, sabe bien de sus mentiras. Le dice que le especifique más, ella le enreda diciendo que guarda a su madre eterno recuerdo porque hicieron correrías juntas, tanto se empeña en halagarla, que entendemos que la madre de Parmeno fue la maestra de Celestina (¿Qué edad tendría Celestina?, búscalo en algún lugar del libro se nos especifica su edad).
Pármeno sigue
inquietándose porque no quiere dejarse engatusar y dice que deje la memoria de
su madre (en cristiano “no me hinches las narices con la memoria de mi madre”).
- Entonces Celestina lo ataca por el flanco DE LA AMISTAD:
Le dice que
observe a Sempronio, que se haga amigo de él. Que él ha estado sirviendo en
muchos sitios y que así no se cobran amigos (para decirle esto tenemos de nuevo
LA RETÓRICA ROJIANA (de Fernando de Rojas), aludiendo a cómo una planta si se
traslada de tiesto, no echa raíces, o una herida que se remoja no se seca…).
Pármeno no
dice que no, pero no confía aún en Sempronio ni en ella.
- Otra vuelta de tuerca: EL MAL PAGO DE LOS SEÑORES, Celestina le dice que no se le ocurra arrimarse a su amo Calisto –como parece que le ve ella- porque los señores se olvidan del servicio que les hacen y NO hay posibilidad de AMISTAD CON GENTE DE DISTINTA CLASE SOCIAL.
(¿Qué paralelismo hay entre esta
intervención y la de AREÚSA CUANDO ESTÁN AL DÍA SIGUIENTE COMIENDO EN CASA DE
CELESTINA?, BÚSCALO Y COMPARA)
Pármeno
asegura que cuanto más le dice más recela y le pone temor. (aunque ella va
asegurando poco a poco con refranes populares su astucia “yo sí, a tuerto o a
derecho nuestra casa hasta el techo·”)
- Entonces a Celestina, viendo que este imberbe, no solo no la cree sino que está a punto de dar al traste con su poder de convencimiento, recurre al motivo que sabe que le va a dar resultado, le recuerda QUE TIENE UNA MUCHACHITA PARA ÉL. Le promete a Areúsa. Aquí es cuando Pármeno, pierde su seguridad y se ofrece a Celestina.
- Al marcharse Celestina y preguntarle Sempronio qué tal le fue y qué habló con “la madre”, acuden de nuevo sus dudas y al finalizar el acto le vemos prometiéndole lealtad a su amo, pero al ver que este prefiere a Sempronio con su adulación y sus mentiras, se cambia de bando, (sale a relucir su veta popular con el refrán “A río revuelto ganancia de pescadores”, aprendió de Celestina, claro es)
Pármeno, se ha retratado como Joven dudoso,
leal-pero inseguro, falto de afecto, necesitado de amor, confuso al decidir,
solo al comportarse y adoptar una norma de actuación.
Veremos que
poco a poco en la obra, esta soledad y esta necesidad de establecer alianzas,
va torciéndose y enredándose en una red de traiciones, entre unos y otros que
acaba devorándolos.
Sempronio,
enviado por Calisto sale en busca de Celestina, le acompaña a casa y allí se ve
de nuevo con Elicia, mientras Celestina
queda preparando el conjuro.
CONJURO (Final del acto III):
“Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de
la corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles, señor de los
sulfúreos fuegos que los hervientes étnicos montes manan, gobernador y veedor
de los tormentos y atormentadores de las pecadoras ánimas, regidor de las tres
furias, Tesífone, Megera y Aleto, administrador de todas las cosas negras del
regno de Éstige y Dite, con todas sus lagunas y sombras infernales, y litigioso
caos, mantenedor de las volantes harpías, con toda la otra compañía de
espantables y pavorosas hidras”.
Celestina
conjura a Plutón, Dios de los
infiernos, de las regiones sulfúreas (descripción habitual, ingenua de dar
materialidad al ámbito de lo infernal; señor de los infiernos, que también se
representaron desde la antigüedad bajo un Volcán, los sulfúreos montes étnicos
(del ETNA) manan, el magma, el fuego, la oscuridad, todos estos atributos del
reino de la monstruosidad en que nuestro imaginario común cultural ha ido
rodeando al infierno.
Estos serían
los halagos a Plutón, como vemos el mismo procedimiento que ha usado con Pármeno,
primero halagar. Esta sería una invocación
Luego la petición,
le pide a Plutón que se acerque a ella y se envuelva en un hilado que tiene
allí presente: “Yo, Celestina, tu más conocida cliéntula,
te conjuro por la virtud y fuerza destas bermejas letras, por la sangre de
aquella nocturna ave con que están escritas, por la gravedad de aquestos
nombres y signos que en este papel se contienen, por la áspera ponzoña de las
víboras de que este aceite fue hecho, con
el cual unto este hilado; vengas sin tardanza a obedescer mi voluntad, y en
ello te envuelvas, y con ello estés sin un momento te partir, hasta que Melibea
con aparejada oportunidad que haya lo compre; y con ello de tal manera quede
enredada, que cuanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a conceder
mi petición; y se le abras y lastimes del crudo y fuerte amor de Calisto, tanto
que despida toda honestidad, se descubra a mí, y me galardone mis pasos y
mensaje”
Plutón
envuelto en el hilado debe ir con ella a casa de Melibea y cuando esta lo coja,
lo vea, lo toque, debe envolverla en sus embrujos para que derretida por el
amor de Calisto se lo jure a ella (Celestina). ¡Sin olvidar claro, el galardón
(pagarle)!
Después,
poniéndose a la misma altura de Plutón le amenaza, diciendo que si no va en su
ayuda, se acordará de ella. “Y esto hecho, pide y demanda de mí a tu
voluntad. Si no lo haces con presto movimiento, ternásme por capital enemiga;
heriré con luz tus cárceles tristes y oscuras; acusaré cruelmente tus continuas
mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible nombre; y otra y otra
vez te conjuro. Así, confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi
hilado, donde creo te llevo ya envuelto”
Es curioso
porque le amenaza con cosas que no nos podemos hacer a la idea de cómo se
harían: heriré con LUZ tus cárceles, acusaré tus mentiras, apremiaré tu nombre.
Y así
envuelto te llevo a donde MELIBEA.
Nada más
terminar de amenazar a Plutón, una mujer que nos ha parecido tan fiera, se hecha a temblar camino de la
casa de la muchacha. Un monólogo que merece la pena analizar
Peter E.
Russell tiene un artículo sobre la magia en La Celestina que lo explica.
Resulta que nosotros pensamos que Celestina ha actuado exclusivamente como
alcahueta entre Calisto y Melibea, y que toda aquella parafernalia de las
invocaciones, los conjuros, las brujerías y el hilado hechizado era un recurso
efectista que sólo pretendía dar colorido a la novela (pues es protonovela, y
no teatro, como suele suponerse, aunque se llame Tragicomedia). El profesor
Russell nos quita la venda de los ojos. Resultaba que "en la España de la
época de Rojas, a todos los niveles de la sociedad, entre teólogos y
sacerdotes, juristas, nobles y plebeyos, por regla general se creía en la
magia". La magia surtía verdadero efecto y, a pesar del supuesto
escepticismo, todos creían en ella. La teoría de la magia y la hechicería se
conocía sobre todo por un famosísimo tratado llamado Malleus maleficarum
(h. 1484), redactado por dos inquisidores alemanes. Entre otras cosas, estos
especialistas declaraban que la magia tenía especial efectividad en las
cuestiones amorosas.
Russell
destacaba en su artículo que la bruja Celestina (más bruja que alcahueta, al
parecer) se ajustó perfectamente a los manuales de brujería en su conjuro.
Aparte de las distintas sustancias y objetos, era importante el papel con los
nombres de los "enamorados" y el aceite serpentino. El aceite
serpentino era una ponzoña peligrosísima, pero sumamente efectiva. Téngase en
cuenta que el demonio tiene especial tendencia a disfrazarse de serpiente, así
que puede disfrazarse en el hilado que Celestina le entregará a Melibea. Esta
técnica de enamoramiento por conjuro se llamaba philocaptio. En cuanto
el hilado está en manos de Melibea, ésta se consume de pasión por Calisto...
Muchos críticos no se explican ese cambio repentino en la actitud de Melibea, y
lo consideran absurdo y ridículo. Pero eso es porque ignoran los fulminantes
efectos del aceite serpentino. El perverso demonio, enredado en el
hilado, desata de este modo una furibundia sexual en Melibea, pues
estaba comprobado que el aceite serpentino provocaba un "crudo y fuerte
amor" que obligaba a las melindrosas doncellas a "despedirse de toda
honestidad", víctima de una "terrible passión" que no
comprendían. En el auto décimo, cuando se le pregunta a Melibea por el cambio
psicológico que se ha operado en ella, dice "que me comen este coraçón
serpientes dentro de mi cuerpo". Así es como operaba la philocaptio.
(alusión a
Russel tomada del blog Las luciérnagas no
tienen pilas)
Hoy, como ya no se hila, no habrá que tener
ojito con los hilados, pero tal vez sí con otras cosas.
MONÓLOGO
CAMINO DE LA CASA DE MELIBEA
Esta es la
demostración de que Fernando de Rojas, no crea estereotipos de personajes, sino
seres reales, humanos: poderosos, fanfarrones, pero con miedo en su intimidad,
en este Monólogo (el teatro español se estrena aquí magníficamente, con estos
monólogos, dignos de un Shakespeare, el personaje se desnuda ante el lector-¿espectador?-).
Celestina va pensando que tiene que obrar con cautela, pues ¿y si la pillan en
el camino y si Pleberio la sorprende?, entonces no escaparía de ser emplumada (acaba
de contarle a Sempronio que la madre de Pármeno fue tres veces emplumada,-
proceso de burla para denigrar a las que creían brujas-), por eso repasa todo
lo que ha visto u oído en el camino:
Cuatro hombres
ha topado, tres se llamaban JUAN, y dos de ellos eran cornudos.
No se ha
tropezado.
No se le han
trabado las faldas.
No le han
ladrado los perros / no ha visto cuervos
La primera
palabra que oyó fue de achaques de amor
Si pagara ella con la vida, amargas CIEN MONEDAS serían las que ha recibido. Pero si no llega a la casa ¿qué dirá Calisto?, ¿Qué dirá Sempronio?, ahí está el dinamismo de su monólogo, ella misma interrogándose, imaginando los insultos que recibiría. Lo mejor es la moderación (ajá, cualquiera lo hubiera dicho hace un rato en el CONJURO), seguir adelante con precaución (¡a fin de cuentas lleva al mejor aliado –el Diablo- en el bolsillo!).
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