jueves, 21 de noviembre de 2013

CELESTINA Acto I-IV



LA CELESTINA ACTO I (Diálogo entre Celestina y Pármeno)




Celestina ha sido llevada a casa de Calisto por Sempronio, ha hablado apenas dos palabras con él, le ha hecho una promesa –que en teoría le había ya adelantado Sempronio antes de ir a buscarla- se la ha asegurado, Sempronio y Calisto desaparecen para ir a por dinero para pagarla.
Quedan en escena Ella y Pármeno solos.
  • En principio se hace la extraña, como si no le conociera, Pármeno –franco y sincero como es- le dice rápido que la conoce, la sirvió y tiene derecho a llamarle lo que le ha llamado porque sabía las entretelas de sus negocios. Ella –enseguida nos damos cuenta de su poder engañador, no sabemos si en realidad se ha hecho la tonta o no recordaba y ahora dice que si- le dice al muchacho, que ha venido por él (no por lo de Calisto), porque sabe que está en esa casa hace tres días (luego Parmeno es un criado nuevo) y que le tiene guardado un tesoro que le dejó su madre al morir.
  • Pármeno no se lo cree, sabe bien de sus mentiras. Le dice que le especifique más, ella le enreda diciendo que guarda a su madre eterno recuerdo porque hicieron correrías juntas, tanto se empeña en halagarla, que entendemos que la madre de Parmeno fue la maestra de Celestina (¿Qué edad tendría Celestina?, búscalo en algún lugar del libro se nos especifica su edad).
Pármeno sigue inquietándose porque no quiere dejarse engatusar y dice que deje la memoria de su madre (en cristiano “no me hinches las narices con la memoria de mi madre”).
  • Entonces Celestina lo ataca por el flanco DE LA AMISTAD:
Le dice que observe a Sempronio, que se haga amigo de él. Que él ha estado sirviendo en muchos sitios y que así no se cobran amigos (para decirle esto tenemos de nuevo LA RETÓRICA ROJIANA (de Fernando de Rojas), aludiendo a cómo una planta si se traslada de tiesto, no echa raíces, o una herida que se remoja no se seca…).
Pármeno no dice que no, pero no confía aún en Sempronio ni en ella.
  • Otra vuelta de tuerca: EL MAL PAGO DE LOS SEÑORES, Celestina le dice que no se le ocurra arrimarse a su amo Calisto –como parece que le ve ella- porque los señores se olvidan del servicio que les hacen y NO hay posibilidad de AMISTAD CON GENTE DE DISTINTA CLASE SOCIAL.
(¿Qué paralelismo hay entre esta intervención y la de AREÚSA CUANDO ESTÁN AL DÍA SIGUIENTE COMIENDO EN CASA DE CELESTINA?, BÚSCALO Y COMPARA)

Pármeno asegura que cuanto más le dice más recela y le pone temor. (aunque ella va asegurando poco a poco con refranes populares su astucia “yo sí, a tuerto o a derecho nuestra casa hasta el techo·”)

  • Entonces a Celestina, viendo que este imberbe, no solo no la cree sino que está a punto de dar al traste con su poder de convencimiento, recurre al motivo que sabe que le va a dar resultado, le recuerda QUE TIENE UNA MUCHACHITA PARA ÉL. Le promete a Areúsa. Aquí es cuando Pármeno, pierde su seguridad y se ofrece a Celestina.
  • Al marcharse Celestina y preguntarle Sempronio qué tal le fue y qué habló con “la madre”, acuden de nuevo sus dudas y al finalizar el acto le vemos prometiéndole lealtad a su amo, pero al ver que este prefiere a Sempronio con su adulación y sus mentiras, se cambia de bando, (sale a relucir su veta popular con el refrán “A río revuelto ganancia de pescadores”, aprendió de Celestina, claro es)
Pármeno, se ha retratado como Joven dudoso, leal-pero inseguro, falto de afecto, necesitado de amor, confuso al decidir, solo al comportarse y adoptar una norma de actuación.

Veremos que poco a poco en la obra, esta soledad y esta necesidad de establecer alianzas, va torciéndose y enredándose en una red de traiciones, entre unos y otros que acaba devorándolos.
Sempronio, enviado por Calisto sale en busca de Celestina, le acompaña a casa y allí se ve de nuevo con Elicia, mientras Celestina queda preparando el conjuro.

CONJURO (Final del acto III):
“Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles, señor de los sulfúreos fuegos que los hervientes étnicos montes manan, gobernador y veedor de los tormentos y atormentadores de las pecadoras ánimas, regidor de las tres furias, Tesífone, Megera y Aleto, administrador de todas las cosas negras del regno de Éstige y Dite, con todas sus lagunas y sombras infernales, y litigioso caos, mantenedor de las volantes harpías, con toda la otra compañía de espantables y pavorosas hidras”.
Celestina conjura a Plutón, Dios de los infiernos, de las regiones sulfúreas (descripción habitual, ingenua de dar materialidad al ámbito de lo infernal; señor de los infiernos, que también se representaron desde la antigüedad bajo un Volcán, los sulfúreos montes étnicos (del ETNA) manan, el magma, el fuego, la oscuridad, todos estos atributos del reino de la monstruosidad en que nuestro imaginario común cultural ha ido rodeando al infierno.
Estos serían los halagos a Plutón, como vemos el mismo procedimiento que ha usado con Pármeno, primero halagar. Esta sería una invocación
Luego la petición, le pide a Plutón que se acerque a ella y se envuelva en un hilado que tiene allí presente: “Yo, Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuro por la virtud y fuerza destas bermejas letras, por la sangre de aquella nocturna ave con que están escritas, por la gravedad de aquestos nombres y signos que en este papel se contienen, por la áspera ponzoña de las víboras de que este aceite fue hecho, con el cual unto este hilado; vengas sin tardanza a obedescer mi voluntad, y en ello te envuelvas, y con ello estés sin un momento te partir, hasta que Melibea con aparejada oportunidad que haya lo compre; y con ello de tal manera quede enredada, que cuanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a conceder mi petición; y se le abras y lastimes del crudo y fuerte amor de Calisto, tanto que despida toda honestidad, se descubra a mí, y me galardone mis pasos y mensaje”

Plutón envuelto en el hilado debe ir con ella a casa de Melibea y cuando esta lo coja, lo vea, lo toque, debe envolverla en sus embrujos para que derretida por el amor de Calisto se lo jure a ella (Celestina). ¡Sin olvidar claro, el galardón (pagarle)!
Después, poniéndose a la misma altura de Plutón le amenaza, diciendo que si no va en su ayuda, se acordará de ella. “Y esto hecho, pide y demanda de mí a tu voluntad. Si no lo haces con presto movimiento, ternásme por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes y oscuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible nombre; y otra y otra vez te conjuro. Así, confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto”

Es curioso porque le amenaza con cosas que no nos podemos hacer a la idea de cómo se harían: heriré con LUZ tus cárceles, acusaré tus mentiras, apremiaré tu nombre.
  Y así envuelto te llevo a donde MELIBEA.
Nada más terminar de amenazar a Plutón, una mujer que nos ha parecido  tan fiera, se hecha a temblar camino de la casa  de la muchacha. Un monólogo que merece la pena analizar

Peter E. Russell tiene un artículo sobre la magia en La Celestina que lo explica. Resulta que nosotros pensamos que Celestina ha actuado exclusivamente como alcahueta entre Calisto y Melibea, y que toda aquella parafernalia de las invocaciones, los conjuros, las brujerías y el hilado hechizado era un recurso efectista que sólo pretendía dar colorido a la novela (pues es protonovela, y no teatro, como suele suponerse, aunque se llame Tragicomedia). El profesor Russell nos quita la venda de los ojos. Resultaba que "en la España de la época de Rojas, a todos los niveles de la sociedad, entre teólogos y sacerdotes, juristas, nobles y plebeyos, por regla general se creía en la magia". La magia surtía verdadero efecto y, a pesar del supuesto escepticismo, todos creían en ella. La teoría de la magia y la hechicería se conocía sobre todo por un famosísimo tratado llamado Malleus maleficarum (h. 1484), redactado por dos inquisidores alemanes. Entre otras cosas, estos especialistas declaraban que la magia tenía especial efectividad en las cuestiones amorosas.

Russell destacaba en su artículo que la bruja Celestina (más bruja que alcahueta, al parecer) se ajustó perfectamente a los manuales de brujería en su conjuro. Aparte de las distintas sustancias y objetos, era importante el papel con los nombres de los "enamorados" y el aceite serpentino. El aceite serpentino era una ponzoña peligrosísima, pero sumamente efectiva. Téngase en cuenta que el demonio tiene especial tendencia a disfrazarse de serpiente, así que puede disfrazarse en el hilado que Celestina le entregará a Melibea. Esta técnica de enamoramiento por conjuro se llamaba philocaptio. En cuanto el hilado está en manos de Melibea, ésta se consume de pasión por Calisto... Muchos críticos no se explican ese cambio repentino en la actitud de Melibea, y lo consideran absurdo y ridículo. Pero eso es porque ignoran los fulminantes efectos del aceite serpentino. El perverso demonio, enredado en el hilado, desata de este modo una furibundia sexual en Melibea, pues estaba comprobado que el aceite serpentino provocaba un "crudo y fuerte amor" que obligaba a las melindrosas doncellas a "despedirse de toda honestidad", víctima de una "terrible passión" que no comprendían. En el auto décimo, cuando se le pregunta a Melibea por el cambio psicológico que se ha operado en ella, dice "que me comen este coraçón serpientes dentro de mi cuerpo". Así es como operaba la philocaptio.
(alusión a Russel tomada del blog Las luciérnagas no tienen pilas)

Hoy, como ya no se hila, no habrá que tener ojito con los hilados, pero tal vez sí con otras cosas.

MONÓLOGO CAMINO DE LA CASA DE MELIBEA
Esta es la demostración de que Fernando de Rojas, no crea estereotipos de personajes, sino seres reales, humanos: poderosos, fanfarrones, pero con miedo en su intimidad, en este Monólogo (el teatro español se estrena aquí magníficamente, con estos monólogos, dignos de un Shakespeare, el personaje se desnuda ante el lector-¿espectador?-). Celestina va pensando que tiene que obrar con cautela, pues ¿y si la pillan en el camino y si Pleberio la sorprende?, entonces no escaparía de ser emplumada (acaba de contarle a Sempronio que la madre de Pármeno fue tres veces emplumada,- proceso de burla para denigrar a las que creían brujas-), por eso repasa todo lo que ha visto u oído en el camino:
Cuatro hombres ha topado, tres se llamaban JUAN, y dos de ellos eran cornudos.
No se ha tropezado.
No se le han trabado las faldas.
No le han ladrado los perros / no ha visto cuervos
La primera palabra que oyó fue de achaques de amor

Si pagara ella con la vida, amargas CIEN MONEDAS serían las que ha recibido. Pero si no llega a la casa ¿qué dirá Calisto?, ¿Qué dirá Sempronio?, ahí está el dinamismo de su monólogo, ella misma interrogándose, imaginando los insultos que recibiría. Lo mejor es la moderación (ajá, cualquiera lo hubiera dicho hace un rato en el CONJURO), seguir adelante con precaución (¡a fin de cuentas lleva al mejor aliado –el Diablo- en el bolsillo!).




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