Comentarios sobre
MODERNISMO--G.98:
Vamos a comparar
los poemas:
La Sonatina de Rubén Darío/ con el Poema Canción de Abril de A. Machado
Poema
de LA SONATINA de R. Darío:
Forma, La Sonatina está compuesta por ocho sextinas de ritmo muy marcado, versos
alejandrinos, largos, solemnes. A cada dos versos llanos sigue uno que nos trae
una rima aguda, es decir, cada tres versos, una sílaba tónica, aguda,
subrayando la tonalidad, la música del poema.
El
poema está lleno de puntos suspensivos, interrogaciones, exclamaciones,
supuestas preguntas al lector, exclamaciones de la princesa, mandatos del hada
madrina, diálogos aparentes.
La
protagonista es la princesa, doce veces aparece como sujeto de verbos
copulativos (descripción) o predicativos (deseos, acciones):
La
princesa está triste, pálida (v, 1 y
4 en 1ª estrofa, versos 2,5 en 7ª est.) presa
(sextina 6)
no siente
no siente
No
ríe
Persigue
Quiere
(sextina 4)
No
quiere (sextina 5) rueca
de plata
La
rodea un jardín, sextina 2,5 halcón
encantado
Un palacio, sexti. 5-6 cisnes
unánimes
ENCERRADA
Flores
/ oros / tules / mármoles
CUSTODIADO
La
princesa persigue.- La libélula vaga (sextina 2)
Quiere
ser golondrina / ser mariposa / tener alas ligeras / volar (sext 4)
QUIERE SER
LIBRE
Exclama:
Quién fuera hipsipila…/ Quién volara…
El
poeta presenta el tema en las tres primeras estrofas. Lo desarrolla en la 4ª y
5ª (piensa, quiere) y en la 6ª finalmente el lector sabe el estado de la
princesa: ESTÁ PRESA, en la7ª y 8ª retoma el tema, tal y como lo hacen las
sonatinas musicales y concluye con la sorpresa de que algo sucede, aparece un
príncipe, nunca sabremos si real o como consuelo ficticio del hada madrina-
El
aparente jugueteo del poema, se convierte en simbólico y transciende más allá
de un cuento infantil: “La tristeza de quien lo tiene todo, pero adolece de
amor”-
CANCIÓN DE ABRIL de
A. MACHADO:
Formalmente,
frente al verso largo y solemne de La Sonatina, el verso corto asordado de un
romancillo hexasílabo monorrimo en
a-a, en sus verso pares. Verso ligero que se acompasa al siguiente como dándole
la mano, muchas veces encabalgado, contando-relatando.
Situación:
ABRIL, hay flores, pero monótonas- blancas, jazmín y rosas (frente a la
procedencia exótica y variedad de R. Darío). Este color se contrapone al negro
de la Túnica / la oscura sala.
Dos
protagonistas en este caso, dos hermanas: pequeña—risueña.
Mayor—silenciosa y pálida.
Diálogo
entre el poeta y las protagonistas / entre la situación y el espejo. Pero este
diálogo se produce de manera más pausada, sin exclamaciones, ni p. suspensivos,
ni paréntesis.
El
tiempo del poema es un pasado narrativo, frente al presente descriptivo de R.
Darío
En
ambos poemas hay paralelismo y anáforas, en el de Rubén persiguen un efecto
musical, sonoro, rítmico, en Machado por supuesto rítmico, pero son más
significativos y simbólicos, lo que se repite en varios abriles.
El
símbolo de Rubén está más escondido en el jugueteo formal (libertad, amor), el
símbolo de Machado pasa por la pena del “significado”, directamente al lector:
el paso del tiempo.
COMPARAR
ALITERACIONES Y ENCABALGAMIENTOS EN AMBOS POEMAS.
COMPAREMOS AHORA
LOS RETRATOS DE R. DARÍO (Yo soy aquel…), Retrato de A. MACHADO Y Adelfos de M. MACHADO:
Los
tres destacan, claro, porque están en
primera persona verbos, adjetivos y pron. posesivos:
Yo
soy aquel/ yo supe de dolor—Rubén
Mi
infancia son recuerdos –Antonio M
Esta
es mi casa—Manuel. M
Hablan
de su vida, su infancia, su juventud
Hablan
de su estética (estrofas 3, 11 y 12
Rubén (A Machado 4,5,6) ( Manuel M. en mi elegancia….)
Hablan
de su ética (Rubén a partir de
estr.15) (Ant. M tres últimas) (Manuel sólo entrevemos)
Hablan
de Dios , como algo transcendente en
Rubén y Antonio y Manuel como una fe entremezclada con el sabor popular del
toreo y la Macarena.
FORMA:
El
poema de R. Darío está escrito en Cuartetos endacasílabos (ABBA)
El
de A. Machado está escrito en
serventesios alejandrinos (ABAB)
El
de Manuel en Pareados alejandrinos, que trunca a veces, jugueteando con
sílabas, rimas, preguntas y contradicciones declarativas.
Parece
que Rubén y Antonio justifican sus
acciones (tal fue mi intento dice
Rubén, estr. 25, Y al cabo nada os debo
dice Machado en la penúltima estrofa), en cambio Manuel se acusa de sólo apreciar ciertas cosas, de lo que le gustaría
haber sido, de que lleva prisa.
El arte parece haber salvado a los tres:
Rubén
como Verlaine busca el arte puro, sin falsía y sin “literatura”
(comedia).
Antonio, quiere dejar su verso famoso porque fuera digno de su
capitán, de la mano que lo ha escrito.
Al otro extremo queda Manuel, que aunque
parece decir otra cosa viene a salvar el arte también, pues antes que un mal
poeta, le hubiera gustado ser un buen banderillero, con su ironía y popularismo
particulares.
Veamos a hora como Rubén y A. Machado inmortalizan en un poema a sus
MAESTROS:
Responso a
Verlaine, R. Darío.-
Sextina alejandrina de pie quebrado, agudo de nuevo.
Sonoros
versos dispuestos con acentos marcados y palabras esdrújulas
Mitología, mezcla de religiosidad
y mundo pagano (dios/dioses)
Tumba suntuosa donde
se citen deidades y canten su persona con muchos instrumentos y celebren su
memoria.
Verbos en Subjuntivo
con tono de Futuro, que…que…
A Giner de los
Ríos, A. Machado.-
La mañana recuerda al maestro que se ha ido dando consejo a todos: Vivid. Sed
buenos y seguid trabajando, que no toquen a duelo las campanas.
Todo
lo contrario de lo que sucedía en el poema de Rubén, que todos acudieran a su
tumba (Primavera, Filomena, canéforas, sátiros…)
/
Al maestro se le llama de forma más
humilde: hermano, un estilo más Franciscano, acorde con la visión de La
Institución Libre de Enseñanza que dirigía Giner de los Ríos y en la que se
había educado Machado.
Su
tumba por tanto debe ser sencilla integrada en esa naturaleza que era
prioritaria para la Institución, su cuerpo repose en la montaña, bajo encina
casta, sin adornos, sólo tomillos, mariposas –seres humildes, adornos modestos
(no centauros, nayádes, vírgenes o sátiros.
La
forma, como no podía ser de otra forma, es sencilla, esa aparente sencillez de
que reviste Machado sus poemas, parecería un romance por su rima (a-a en v.
pares), pero si observamos los versos miden siete y once y se combinan a gusto
del poeta, se trata de una estrofa muy que rida por Machado, una silva
arromanzada.
Juan Ramón Jiménez, Eternidades
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente. 5
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos 10
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente. 5
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos 10
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
COMENTARIO
Se trata de un poema del libro Eternidades de Juan Ramón Jiménez publicado en 1916-17. Estamos ya, por tanto, en la tercera etapa de su obra, la conocida como “Poesía desnuda”, aunque bien es sabido que Juan Ramón Jiménez reflexiona mucho sobre su obra y la clasificó de diversos modos en distintos momentos de su vida. En este sentido hay que recordar que lo que escribió entre 1916 y 1923 también lo llamó “Época intelectual” en una de sus clasificaciones.
En cualquier caso, este poema se inscribe en ese giro que da la poesía de Juan Ramón Jiménez tras un libro fundamental Diario de un poeta reciencasado publicado en 1916. En este nuevo rumbo tuvo mucho que ver su lectura de poetas en lengua inglesa (Yeats, Tagore..), lectura en la que suele decirse que pudo influir su propia esposa, Zenobia Camprobí.
La poesía de Juan Ramón Jiménez adoptó un tono más intelectual, conceptista y abstracto. En realidad, no puede decirse que dejara de ser modernista (toda su vida creyó serlo) o que abandonara el simbolismo, que era su principal fuente de inspiración poética y, en sentido profundo, la raíz de su visión del mundo.
Lo que hizo fue depurarlo ,convertirlo en un simbolismo abstracto que se
concentra en la temática metafísica y epistemológica asociada a la tarea del
artista, a su Misión en el mundo.
Juan Ramón Jiménez siempre consideró que toda la literatura que iba desde las últimas décadas del siglo XIX hasta el final de su vida, formaba parte de un mismo movimiento (antiburgués y antirrealista) que él siempre llamó Modernismo. En sus propias palabras: “Un gran movimiento de entusiasmo y libertad por la belleza”.
El tema de este poema es el deseo del
conocimiento comunicable a través de la poesía. El yo literario desea llegar al
conocimiento mediante la poesía, poder fijarlo en ella para así hacerlo
inteligible y poder compartirlo.
El yo literario se exige a símismo, exige a su inteligencia, que es parte de la Inteligencia o Absoluto o Espíritu Universal, que le permita plasmar en su poesía una parte de ese Espiritu (o Intelijencia), de manera que sea comunicable a los demás. El poema toma la forma de una invocación a la inteligencia, casi de una oración para convocar a ese poder que le permite actuar de médium para comunicar en sus poemas la auténtica realidad a los demás.
Esto mismo nos permite comprobar que la postura fundamental de Juan Ramón Jiménez no cambió en esta etapa, ni cambiaría nunca, y que con razón se refería a él a su quehacer poético como una “Obra en marcha”, un proyecto artístico que evolucionaba pero que en lo básico fue desde muy pronto el mismo, tenía el mismo objetivo. También hay que recordar aquí el componente krausista de este concepto, pues Juan Ramón integró fácilmente en su pensamiento la idea de que la vida del hombre era un proyecto en marcha cuya realización plena no se alcanzaba hasta el fin de la misma.
Y ese objetivo no es otro que el propósito inicial de los modernistas. Los modernistas, como los simbolistas o los románticos, concedieron a la literatura un papel eminente sobre las demás vías de conocimiento del hombre.
La tarea del poeta es la aquilatación y mejoramiento de las visiones
ofrecidas por los saberes convencionales: “acabar el saber”. Lo propio de la
poesía es revelar los misterios últimos del hombre y del mundo, que, por su
naturaleza espiritual, se consideran fuera del alcance de la razón
convencional. Son suprarracionales (la Razón Infinita de los filósofos
idealistas del XIX) y sólo por medios que vayan más allá de los racionales
pueden ser captados por la conciencia. Ese es el papel de la poesía.
El poeta tiene un papel especial en el mundo, porque es un individuo
dotado de una especial sensibilidad (hay, incluso, un fondo darwinista en esta
línea de pensamiento poético) que le permite ponerse en contacto con ese
espíritu universal. Aquí se ve también cómo Juan Ramón Jiménez continúa una
tradición modernista, simbolista y romántica (recordemos el verso de Rubén
Darío: “¡Torres de Dios, poetas!), cuya última raíz en nuestra cultura está en
Platón y su consideración de los poetas como mediums de los dioses.
El poema se estructura claramente en tres
partes. Se abre y se cierra con la invocación a la inteligencia repetida al
final de modo que se implica a los demás en esa labor del poeta:
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!…
(…)
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!”
No es un arte solipsista, Juan Ramón no se ve a sí mismo encerrado en una torre de marfil -en contra del reproche que le hicieron algunos autores la Generación del 27-, sino que cree ciegamente que la tarea del poeta es un bien común, pues lo que su especial sensibilidad logra captar permitirá a los demás comunicarse también con la auténtica realidad espiritual del mundo. Como hemos ido explicando, Juan Ramón cree que la poesía proporciona un conocimiento de carácter universal, no es simplemente una placentera ocupación egoísta de un artista embelesado en sí mismo. La poesía es comunicación de la verdad ideal a los demás.
Se trata por tanto, de una estructura abrazada. La parte central del poema despliega de manera analítica y detallada lo que ya anuncian los dos primeros versos y repiten y aclaran los tres versos finales.
el nombre exacto de las cosas!…
(…)
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!”
No es un arte solipsista, Juan Ramón no se ve a sí mismo encerrado en una torre de marfil -en contra del reproche que le hicieron algunos autores la Generación del 27-, sino que cree ciegamente que la tarea del poeta es un bien común, pues lo que su especial sensibilidad logra captar permitirá a los demás comunicarse también con la auténtica realidad espiritual del mundo. Como hemos ido explicando, Juan Ramón cree que la poesía proporciona un conocimiento de carácter universal, no es simplemente una placentera ocupación egoísta de un artista embelesado en sí mismo. La poesía es comunicación de la verdad ideal a los demás.
Se trata por tanto, de una estructura abrazada. La parte central del poema despliega de manera analítica y detallada lo que ya anuncian los dos primeros versos y repiten y aclaran los tres versos finales.
En cuanto al estilo, se puede señalar que
se observa el característico conceptismo y el tono abstracto de esta época. Se
aprecia que Juan Ramón ha dejado atrás las notas sensoriales o descriptivas que
en algún momento de sus primeras etapas sí tuvieron presencia en sus obras.
Tampoco hay metáforas ni tropos en general. Estamos, en definitiva, ante un
ejemplo de lo que es esa “poesía desnuda”.
Por lo que se refiere a la métrica, lo más
destacado de este poema es su combinación de elementos tradicionales y
novedosos.
No responde exactamente a ningún tipo de estrofa de las incluidas en el repertorio métrico tradicional. En cuanto al ritmo de cantidad, hay versos de diferentes medidas, aunque predominan los heptasilabos y endecasílabos, repartidos sin ningún orden concreto a lo largo del poema.
En cuanto al ritmo del timbre, hay tres rimas en el poema (dame,cosas,todos), aunque, en realidad, lo que se repiten son las tres palabras en toda una serie de versos.
Este hecho, junto a los paralelismos reforzados, en la mayoría de los casos, por reiteraciones léxicas (Que por mí vayan...), podría llevar a pensar que el poeta intenta conseguir el ritmo a base de repeticiones extramétricas (fuera de los cuatro ritmos clásicos), al modo de lo que ocurre en la poesía moderna con los versículos.
Pero también es verdad que los dos primeros versos actúan como una
especie de estribillo parcialmente repetido en los tres versos finales, con lo
que si unimos esto a la repetición de la rima en los versos centrales del poema
y, en concreto, a la repetición de la rima del segundo verso (cosas), llegamos a la
conclusión de que el poema está construido libremente sobre una estructura
similar a la de estrofas tradicionales como el zéjel y el villancico.
Pero, en definitiva, la libertad en el tratamiento de la métrica, sin
buscar efectos demasiado espectaculares ni perderse en grandes
experimentaciones, hace también de este poema una obra característica de esta
etapa de Juan Ramón Jiménez.
“La muerte del
canario”(Platero y yo), Juan R. Jiménez.
Mira,
Platero, el canario de los niños ha amanecido hoy muerto en su jaula
de plata. Es verdad que el pobre estaba ya muy viejo…El invierno
último, tú te acuerdas bien, lo pasó silencioso, con la cabeza
escondida en el plumón, y al entrar esta primavera, cuando el sol
hacía jardín la estancia abierta y abrían las mejores rosas del
patio, él quiso también engalanar la vida nueva y cantó; pero su
voz era quebradiza y asmática, como la voz de una flauta cascada.El
mayor de los niños, que lo cuidaba, viéndolo yerto en el fondo de
la jaula, se ha apresurado llorosa a decir:
¡Puej
no l’a faltao na; ni comida, ni agua!
No.
No le ha faltado nada, Platero. Se ha muerto porque sí - diría
Campoamor, otro canario viejo…
Platero, ¿habrá un paraíso de
los pájaros? ¿Habrá un vergel verde sobre cielo azul, todo en flor
de rosales aureos, con almas de pájaros blancos, rosas, celestes,
amarillos?
Oye, a la noche, tú y yo bajaremos el pájaro muerto
al jardín. La luna está ahora llena, y a su pálida plata el pobre
cantor, en la mano cándida de Blanca, parecerá el pétalo mustio de
un lirio amarillento. Y lo enterraremos en la tierra del rosal
grande.
A la primavera, Platero, hemos de ver al pájaro salir del corazón de una rosa blanca. El aire fragante se pondrá canoro y habrá por el sol de abril un errar encantado de alas invisibles y un reguero secreto de trinos claros de oro puro.
A la primavera, Platero, hemos de ver al pájaro salir del corazón de una rosa blanca. El aire fragante se pondrá canoro y habrá por el sol de abril un errar encantado de alas invisibles y un reguero secreto de trinos claros de oro puro.
Platero
y yo,
Juan Ramón Jiménez
Esta PROSA de Platero,
como las otras del libro,
es una noticia dada a Platero,
un hacerle ver “MIRA, Platero...” ese mundo rico y lleno de
matices que entendían los dos a las mil maravillas, “tú te
acuerdas; a la noche Tú y yo..”
De nuevo el color inunda la prosa, las rosas del patio, el cielo azul, el vergel verde, los pájaros blancos, rosas, celestes, amarillos, la luna de plata, el lirio amarillento, la rosa blanca. Pero como casi siempre en estos textos, los colores no aparecen solos, están acompañados de sonidos (o de ausencia de sonidos): “lo pasó silencioso, voz quebradiza y asmática, voz de flauta cascada, el aire canoro, los trinos claros” y también los olores: “aire fragante”, hasta que a Juan Ramón se le superponen en sabrosas sinestesias: “rosales áureos, pájaros celestes, trinos claros”
Y lo importante vuelve a ser la distribución sintáctica de periodos nominales, que van marcando el ritmo, creando la música, que se alargan a veces, ralentizando el texto :
- un paraíso de los pájaros
- un vergel verde (sobre el cielo azul)
- todo en flor de rosales amenos
- almas de pájaros, rosa, celestes
- a su pálida plata / en la mano cándida de Blanca (perfecta aliteración y redundancia )
- el pétalo mustio de un lirio amarillento (de nuevo la aliteración lir /ril)
- en la tierra del rosal grande
- el corazón de una rosa blanca
- el aire fragante canoro (la sinestesia)
- un errar encantado de alas
- un reguero secreto de trinos claros de oro puro (sinestesia de sonidos/colores)
Aquí sucede lo contrario
que en el de Azorín, prima el formato sobre la idea, el adorno sobre
el mensaje, esencializado bajo la linea pura de los adjetivos. Ese
mensaje sobre la permanencia de lo que muere, en otras cosas vivas, el
pájaro transformado en rosa, la rosa convertida en rosa alada, en
rosa pájaro. (¿No es otra vez “el eterno retorno” como en
Azorín, como en el filósofo, las meditaciones de Heráclito y
Parménides traídas de la mano de los poetas más que por el
razonamiento por el tacto de la palabra poética?.
Podríamos concluir para
caracterizar esta Prosa poética, los siguientes aspectos:
- Construcción de periodos melódicos, abundantes en comparaciones, sinestesias y metáforas.
- Modulación del ritmo de la oración con efectos deliberados (brevedad, rapidez, lentitud).
- Modo impresionista de narrar, en que se suprimen nexos causales y lógicos
- Ajetivación expresiva buscando imagen poética.
- Densidad expresiva (más que la plasticidad se busca la sutileza)
Aplicables a las obras
que hemos visto
- Los cuentos de AZUL de R. Darío
- LAS SONATAS de Valle-Inclán
- CASTILLA, LOS PUEBLOS y CONFESIONES DE UN P. FILÓSOFO de Azorín
- PLATERO Y YO, ESPAÑOLES DE TRES MUNDOS, DIARIO DE UNP. RECIÉNCASADO de J.R.Jiménez
Comentario estilístico
de “Las Nubes” (Castilla) de Azorín
Calisto está en el solejar, sentado
junto a uno de los balcones. Tiene el codo puesto en el brazo del
sillón, la mejilla reclinada en la mano. Hay en su casa bellos
cuadros; cuando siente apetencia de música, su hija Alisa le regala
con dulces melodía; si de poesía siente ganas, en su librería
puede coger los mas delicados poetas de España e Italia. Le adoran
en la en la ciudad; le cuidan las manos solícitas de Melibea; ve
continuada su estirpe, si no en un varón, al menos, por ahora, en
una linda moza, de viva inteligencia y bondadosos corazón. Y, sin
embargo, Calisto se halla absorto, con la cabeza reclinada en la
mano. Juan Ruiz, el arcipreste de Hita, ha escrito en su libro:
... et crei la fabrilla
Que dis: por lo pasado no estés mano en mejilla.
No tiene Calisto nada que sentir del pasad; pasado y presente están para él al mismo rasero de bienandanza. Nada puede conturbarle ni entristecerle. Y, sin embargo, Calisto, puesta en la mano de la mejilla, mira pasar a lo lejos, sobre el cielo azul, las nubes.
Las nubes nos dan una sensación de inestabilidad y de eternidad. Las nubes son -como el mar- siempre varias y siempre las mismas. Sentimos mirándolas cómo nuestro ser y toda las cosas corren hacia la nada, en tanto que ellas -tan fugitivas- permanecen eternas. A estas nubes que ahora miramos, las mismas que miraron hace doscientos años, quinientos, mil, mil, tres mil años, otros hombre con las mismas pasiones y las mismas ansias que nosotros. Cuando queremos tener aprisionados el tiempo -en un momento de ventura- vemos que han pasado ya semanas, meses, años. las nubes, sin embargo, que son siempre distintas, en todo momento, todos los días, van caminando por el cielo. Hay nubes redondas, henchidas, de un blanco brillante, que destacan en las mañanas de primavera sobre los cielos translúcidos. Las hay como cendales tenues, que se perfilan en un fondo lechoso. Las hay grises sobre una lejanía gris. las hay de carmín y de oro en los ocasos inacabables, profundamente melancólicos, de las llanuras. las hay como velloncitos iguales e innumerables, que dejan de ver por entre algún claro un pedazo de cielo azul. Unas marchan lentas, pausadas; otras pasan rápidamente. Algunas, de color ceniza, cuando cubren todo el firmamento, deja caer sobre la tierra una luz opaca, tamizada, gris, que presta su encanto a los paisajes otoñales.
Siglos después de este día en que Calisto está con la mano en la mejilla, un gran poeta -Campoamor- habrá de dedicar a las nubes un canto en uno de sus poemas titulado Colón. Las nubes -dice el poeta- nos ofrecen el espectáculo de la vida. La existencia, ¿ qué es sino un juego de las nubes? Diríase que las nubes son <<ideales que el viento ha contestado>>;ellas se nos representan como un <<traslado del insondable porvenir>>. <<vivir -escribe el poeta- es ver pasar>>. Si; vivir es ver pasar: ver pasar, allá en lo alto, las nubes. Mejor diríamos: vivir es ver volver. Es ver volver todo en un retorno perdurable, eterno; ver volver todo -angustias, alegrías, esperanzas- como esas nubes que son siempre distintas y siempre las mismas, como esas nubes fugaces e inmutables.
Las nubes son la imagen del tiempo. ¿habrá sensación mas trágica que aquella de que sienta el tiempo, la de quien vea ya en el presente el pasado y en el pasado lo porvenir?
... et crei la fabrilla
Que dis: por lo pasado no estés mano en mejilla.
No tiene Calisto nada que sentir del pasad; pasado y presente están para él al mismo rasero de bienandanza. Nada puede conturbarle ni entristecerle. Y, sin embargo, Calisto, puesta en la mano de la mejilla, mira pasar a lo lejos, sobre el cielo azul, las nubes.
Las nubes nos dan una sensación de inestabilidad y de eternidad. Las nubes son -como el mar- siempre varias y siempre las mismas. Sentimos mirándolas cómo nuestro ser y toda las cosas corren hacia la nada, en tanto que ellas -tan fugitivas- permanecen eternas. A estas nubes que ahora miramos, las mismas que miraron hace doscientos años, quinientos, mil, mil, tres mil años, otros hombre con las mismas pasiones y las mismas ansias que nosotros. Cuando queremos tener aprisionados el tiempo -en un momento de ventura- vemos que han pasado ya semanas, meses, años. las nubes, sin embargo, que son siempre distintas, en todo momento, todos los días, van caminando por el cielo. Hay nubes redondas, henchidas, de un blanco brillante, que destacan en las mañanas de primavera sobre los cielos translúcidos. Las hay como cendales tenues, que se perfilan en un fondo lechoso. Las hay grises sobre una lejanía gris. las hay de carmín y de oro en los ocasos inacabables, profundamente melancólicos, de las llanuras. las hay como velloncitos iguales e innumerables, que dejan de ver por entre algún claro un pedazo de cielo azul. Unas marchan lentas, pausadas; otras pasan rápidamente. Algunas, de color ceniza, cuando cubren todo el firmamento, deja caer sobre la tierra una luz opaca, tamizada, gris, que presta su encanto a los paisajes otoñales.
Siglos después de este día en que Calisto está con la mano en la mejilla, un gran poeta -Campoamor- habrá de dedicar a las nubes un canto en uno de sus poemas titulado Colón. Las nubes -dice el poeta- nos ofrecen el espectáculo de la vida. La existencia, ¿ qué es sino un juego de las nubes? Diríase que las nubes son <<ideales que el viento ha contestado>>;ellas se nos representan como un <<traslado del insondable porvenir>>. <<vivir -escribe el poeta- es ver pasar>>. Si; vivir es ver pasar: ver pasar, allá en lo alto, las nubes. Mejor diríamos: vivir es ver volver. Es ver volver todo en un retorno perdurable, eterno; ver volver todo -angustias, alegrías, esperanzas- como esas nubes que son siempre distintas y siempre las mismas, como esas nubes fugaces e inmutables.
Las nubes son la imagen del tiempo. ¿habrá sensación mas trágica que aquella de que sienta el tiempo, la de quien vea ya en el presente el pasado y en el pasado lo porvenir?
El
fragmento dedicado a las nubes dentro del texto de Las Nubes,
incluído a su vez en el texto de Castilla de Azorín, es la
reflexión última del autor sobre el tiempo y sobre
nuestra vida, la vida es un juguete frágil que se mueve en la
cuerda del tiempo, como lo hacen las nubes en el viento, como lo
hacen las nubes en el cielo, mientras nosotros las vemos pasar.
Hemos
atravesado como Alicia unas cuantas puertas:
Hemos atravesado la del
libro Castilla, donde Azorín recrea el paisaje castellano amasado
con nuestra literatura clásica y sus personajes universales,
aderezado con su visión personal; hemos atravesado la puerta del
mismo texto de Las Nubes, por la que Azorín nos metió en casa de
Calisto y Melibea y hemos atravesado la puerta del huerto de su casa
hasta llegar a la del pensamiento del propio Calisto.
El
texto está estructurado en torno al verbo
ser:
- “las nubes son...varias y siempre las mismas”
- "La existencia ¿Qué es sino un juego de nubes?”
- "Vivir es ver pasar”
- "Las nubes son la imagen del tiempo...
Nada
menos expresivo que nuestro verbo ser (verbo comodín) y nada más
potencialmente expresivo que nuestro verbo ser, es un verbo definidor
y por tanto iguala sujetos a todo atributo que queramos poner, por
muy simbólico y metafórico que este sea. Parte de una comparación
son como el mar (pero el mar ya lo había usado Manrique, con los
ríos, para la idea del tiempo), para llegar a una metáfora pura:
“las nubes son ideas que el viento ha condensado”
Y ahí
están las nubes calificadas de manera contradictoria y paradójica,
“son inestables y eternas” “son varias y siempre las mismas”,
“son fugitivas y permanecen”
En
medio un cuadro descriptivo de su color:”
blanco brillante, grises, carmín y oro, color ceniza”, al lado de
ese cielo: “azul, translúcido”, junto a los cipreses y las rosas
“fugaces, blancas, amarillas, bermejas” y la “verde” fronda.
Todo esto iluminado por la luz “opaca, tamizada, gris”.
Hay
una música callada “en el jardín todo es silencio y paz (solo se
oye el chiar de las golondrinas y el murmullo de la fuente)” y otro
ingrediente a los sentidos: el aroma de jazmines y magnolias.
En
este marco, casi de forma deductiva (podríamos pensar lejana al
lirismo) Azorín nos lleva de la mano con su simpleza, a deducir que
nuestra vida es un juego de nubes:
Si
las nubes son formas que caminan, se intercambian, juguetean, y eso
es lo que hacemos en la vida, la VIDA es por tanto UN JUEGO DE NUBES.
Si
las nubes pasan siempre y las vieron, las ve y las verán los
hombres, la vida de los hombres es ver pasar las nubes y, por tanto,
ver volver.
Pero
esa forma deductiva está muy en el fondo del texto, prevalece sobre
él, la elegancia de sus adjetivos, el colorido, la música y los
olores como hemos dicho; la delicadeza con que nos ofrece su
conclusión con una pregunta que brinda al lector :”La existencia
¿Qué es sino un juego de nubes?”
Un
texto dentro de otro texto que nos habla de la repetición de la
historia de Calisto y Melibea, del eterno retorno, esa segunda vez
que nos hace caer en la cuenta de la existencia de la primera y sin
la cual, no cobraríamos verdadera conciencia de ella. Una
tesela dentro de un mosaico que sirve de adorno primoroso a una
historia que de otra
forma hubiera quedado como mero relato de hechos. Un texto, ejemplo
de ese cuidado modernista, por la melancolía y el dolorido sentir
heredados del Romanticismo, y adornado de esa delicadeza formal y
simbólica heredadas del Parnasianismo y el Simbolismo francés.
SOLDADOS DE SALAMINA:
1. ¿Cómo se relaciona la historia de A. Machado con la historia de Sánchez Mazas?
SOLDADOS DE SALAMINA:
1. ¿Cómo se relaciona la historia de A. Machado con la historia de Sánchez Mazas?
2. ¿Con quién toma contacto Javier Cercas para escribir el libro. ¿Quién de
esos personajes son escritores?
Busca algún dato sobre ellos.
3. ¿Por qué la segunda parte lleva el título del libro, qué intenta ahí Javier
Cercas?.
Datos reales del protagonista de la Historia, Sánchez Mazas.
4. ¿Qué relación hay entre J. Cercas real y el narrador del libro?
5. ¿Quiénes son Figueras, Aguirre y Miralles?
6. ¿Qué relación tiene este libro con ANATOMÍA DE UN INSTANTE Y EL
Datos reales del protagonista de la Historia, Sánchez Mazas.
4. ¿Qué relación hay entre J. Cercas real y el narrador del libro?
5. ¿Quiénes son Figueras, Aguirre y Miralles?
6. ¿Qué relación tiene este libro con ANATOMÍA DE UN INSTANTE Y EL
IMPOSTOR (busca sus
argumentos y relaciónalos.
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