viernes, 4 de octubre de 2013

Narrativa principios S.XX, novela y ensayo



LA NARRATIVA DE PRINCIPIOS DE S. XX : Novela / Cuento/ Ensayo (Tema 1 de la PAU)

Narrativa del 98:

La estética Realista y Naturalista, del XIX, llega todavía al XX, en autores regionalistas, como el valenciano Blasco Ibáñez (La Barraca; Arroz y Tartana; Cañas y barro) nuestro autor regional Felipe Trigo(El Médico rural; Jarrapellejos) etc. y aún en este tono Naturalista (condicionamiento de la herencia y el medio, en el comportamiento de los personajes), escribirá muchas páginas Pío Baroja. (Recordar Alejandro Sawa Iluminaciones en la sombra)

El despego del Realismo decimonónico irá unido a las inquietudes modernistas que se manifiesta en dos aspectos principalmente:

a)       Irrupción del Subjetivismo: ya no satisface la reproducción de la realidad, sino su reflejo en el individuo y lo que desencadena en su conciencia. (Novelas de Protagonista único)

b)   Una clara preocupación artística (mucho más clara en Valle por ejemplo, que en Baroja), aunque les interesa 
      más el tema, que la trama o la estructura de la obra, abundan los diálogos. 
Los hombres del 98 llevaron sus propias preocupaciones al terreno de la novela:    

La realidad que transmiten y describen es reflejo de su sensibilidad personal, hay un yo lírico tras sus protagonistas.

Se preocupan por el lenguaje de sus novelas, no tanto por la historia que relatan o la estructura en que la organizan, sus obras transmiten siempre sensación de espontaneidad. 

Sus temas primordiales son La búsqueda del sentido de la Vida, Problemas íntimos, religiosos y existenciales, La recreación de la literatura clásica española (como D. Quijote), buscando en ella las huellas de nuestra historia y el paisaje la identidad de los españoles, El problema de España, nuestra tradición y nuestra historia.
Escriben narrativa de corte psicológico (Unamuno, Baroja) o narrativa lírica (Valle, Azorín): multiplican el punto de vista narrativo, hacen digresiones intelectuales y filosóficas, recurren al preciosismo lingüístico 

Si quisiéramos abrazar toda la narrativa de principios de siglo, podríamos dividirla en 

Narrativa Modernista: Incluyendo a Rubén Darío con sus cuentos (Azul) / Juan R. Jiménez (Platero y Yo, Elejías) / Valle-Inclán en Las Sonatas.

Narrativa del 98: Donde pondríamos a Unamuno, Baroja o Azorín (visagra de los dos estilos) y aquí incluiríamos a Valle con las novelas de La Guerra Carlista, las del Ruedo ibérico o Tirano Banderas.

Narrativa Novecentista: Juan Ramón con sus prosas del Diario, Eugenio D'Ors, Gabriel Miró, Pérez de Ayala o los ensayos de Marañón, Ortega, Madariaga o Américo Castro.

UNAMUNO (BILBAO 1864-1936)


No es un autor sistemático: sus reflexiones - con sus vaivenes y contradicciones- se reparten en novelas y ensayos. 
En los ensayos En torno al Casticismo 1895, se plantea la valoración de Castilla, el españolismo y la europeización de España, la idea de la lntrahistoria (el fondo del mar, frente a la superficie brillante de la Historia), luego se planteó más los problemas espirituales. En su Vida de D. Quijote y Sancho, interpretó la novela cervantina, como producto del alma española, pero valorando más nuestro idealismo acabó diciendo que debíamos españolizar Europa, ya que las soluciones materiales de la ciencia no solventan las ansias espirituales, ahí surgió la famosa frase "que inventen ellos" en su polémica sobre el tema con Ortega y Gasset.

Su pensamiento está en la línea del vitalismo y existencialismo de Kierkegaard. En Del Sentimiento trágico de la Vida de 1913, expresa sus ansias contradictorias de serse y serlo todo, a lo que se opone la amenaza de La Nada, el posible anonadamiento tras la muerte. Surge entonces la angustia, como un despertar a la trágica condición del hombre. La Inmortalidad es para él la gran cuestión de la que depende el sentido de nuestra existencia. Dios es "el garantizador de nuestra existencia personal", pero la razón se niega a creer, lo que su corazón le impone desesperadamente.
Con el mismo sentido de lucha escribe La agonía del Cristianismo, distinguiendo entre el sentido agónico (compromiso, testimonio) y el sentido cómico (desentendimiento) de vivir. 

En las novelas (nivolas que las denominará él), en Niebla, su personaje Augusto Pérez queriendo tomar las riendas de su vida, se enfrentará a su creador, tal y como a Unamuno le gustaría hacer con Dios (ver fotocopia de Niebla). 
Y en S. Manuel, bueno, Mártir, presenta la alternativa de una verdad trágica, el cura que anima a todos a creer y a luchar ha perdido la fe, pero lo calla, prefiere mantener en todos una felicidad ilusoria, dejarles que sueñen. Como vemos Unamuno se aleja aquí de sus ideales de juventud por la lucha y el despertar de conciencias, que había expresado que "la paz es mentira" y que "la verdad es antes que la paz".
Pero por otra parte, es una novela de abnegación y amor al prójimo, paradoja muy unamuniana: es precisamente el hombre sin fe ni esperanza quien se convierte en ejemplo de caridad, a S. Manuel  se enfrentará Lázaro, muchacho educado fuera y que conoce el panorama obrero de la Lucha de clases, pero después se rendirá a D. Manuel tras ver cómo trabaja para los demás. Otra cosa es el problema de la salvación, al que no da solución. La narradora inventada Ángela Carballino, como el autor, se evaden diciendo que tanto San Manuel como Lázaro su hermano, murieron creyendo no creer, y sin embargo, creyendo. (Ver pág. 240-41 libro de texto)

BAROJA ( S Sebastián, 1872-1956):
De talante solitario y amargado, su pesimismo sobre el hombre y el mundo, el planteamiento de la Vida como lucha y su idea de una absoluta sinceridad, caracterizan tanto al autor como a sus personajes. Sintió siempre gran añoranza por la acción, hombre adusto, que se dedicaba tan sólo a escribir, a su vida quieta y gris, opuso la improvisación y la energía, en muchos de sus personajes proyectaría ese hombre de acción: así en Zalacaín el aventurero, o el anárquico Paradox. Lo mismo hará al escribir Memorias de un hombre de acción, cuyo protagonista E. A Vinareta es un antepasado de Baroja.
Siempre plantea la novela de manera abierta, según él, la novela es un género multiforme y proteico donde cabe todo, la aventura, la filosofía, lo épico... sin técnica ninguna. Por ello sus novelas presentan siempre una composición disgregada, con episodios, anécdotas, digresiones, sin aparente estructura. Le importa sí la invención de episodios, la imaginación y la observación. Como Unamuno seguirá corrientes filosóficas irracionalistas, especialmente Schopenhauer.
Con un estilo antirretórico ("siempre se le achacaron sus incorrecciones gramaticales de vasco"), la frase corta y el párrafo breve construye una prosa rápida nerviosa, vivísima, su autenticidad conversacional en los diálogos, sus descripciones breves, de pinceladas rápidas, tanto de ambientes como de personajes, dan a su prosa una técnica impresionista. Su tono agrio deja entrever casi siempre, matices de ternura para los personajes más desvalidos. Su novedad radica precisamente aquí, en su escritura intuitiva, en su aparente desorden de vida y personajes, estilo que en la novela posterior, reivindicará C. José Cela.
A pesar de pretender claridad y precisión, Ortega calificó su estilo, como "el del improperio y el insulto". Para hacer esa descripciones rápidas de sus personajes suele echar mano de la tríada de adjetivos (fanático, bruto e ignorante o pusilánime, absurdo y atrasado) y es raro que alguno de ellos no sea idiota, completamente imbécil o le describa con animalizaciones: "con cara de simio, una cacatúa completa" (observad esto en las descripciones del Árbol de la Ciencia). Umbral le achacaba que para describir a los que acuden al entierro de Villasús, hubiera puesto diez veces "desharrapados"
Ver pág. 242-43 libro de texto.

AZORÍN (Monóvar, 1873-1967), SU FILOSOFÍA si así puede llamarse, se centra cada vez más en una obsesión por el TIEMPO, por la fugacidad de las cosas, de la vida... pero sin el patetismo de Unamuno o la angustia .de Machado, sino una íntima tristeza, una melancolía que fluye mansamente, unida al anhelo de apresar lo que permanece por debajo de lo que huye, o de fijar en el recuerdo las cosas que pasaron. Con su estilo coloquial, en primera persona del plural, interrogando y haciendo guiños al lector (Texto de Las Nubes)
En definitiva un espíritu nostálgico, contemplativo que escribe para evocar. Se vale de personajes de nuestra literatura, de paisajes, o de evocaciones de gentes y oficios que van quedando atrás. Lo que él llamaba "primores de lo vulgar", empleando la palabra justa, palabras terruñeras que también van quedando en el recuerdo.
Sus obras más recordadas son Los pueblos (recopilación de artículos y recorrido por las callejuelas, fondas, zaguanes, conventos, observando a campesinos, políticos, comerciantes) , Castilla y La ruta de D Quijote y Sancho, Al margen de los clásicos (interpretación de nuestra historia, La Celestina, Dña. Inés, Velázquez...) Atrás quedan sus novelas: La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo, donde el protagonista somete su vida atal flujo de reflexiones, que paraliza su voluntad, todo tiende a repetirse y es inútil todo esfuerzo por cambiar las cosas, además qué bello es que todo se mantenga, el recuerdo nos lleve y nos traiga nuestra vida anterior. En Antonio Azorín, Verdú (la tradición le gusta, pero le desasosiega) y Sarrió se entrega al mundo placentero.. 
Ver pág 238/39 libro de texto.

VALLE-INCLÁN (Pontevedra 1866-1936)
Ideológicamente, evoluciona al contrario que sus compañeros de generación, de posiciones conservadoras en su juventud, pasó a posiciones muy críticas en su última etapa, lo mismo ocurrió en su literatura: La prosa modernista, estilizada, acabó siendo muestra de la distorsión y la burla de la realidad. Tras haber publicado algunos relatos (Femeninas, Jardín Umbrío, Corte de Amor) escribió Las Sonatas: De Otoño 1902, de Primavera, de Estío y de Invierno (1905), supuestas memorias del Marqués de Bradomín, con una aureola de leyenda y misterio se suceden aventuras y amores, episodios de exquisita elegancia o de un amoralismo provocador, es la exaltación de un mundo decadente, con una mirada nostálgica. Lo que supuso Rubén Darío para la Poesía española en sus primeros libros, suponen para la prosa Las Sonatas.
A ellas siguen unas novelas de corte tradicional con el tema de la guerra Carlista (lo mismo que hicieran Unamuno en su Paz en la Guerra o Baroja en Zalacaín): destaca en ellas el heroísmo romántico de las partidas carlistas en contraste con la brutalidad de la guerra, aparece ya un lenguaje desgarrado y bronco. Pero la novedad narrativa volvió a presentarla con las novelas de la última etapa Tirano Banderas (novela de dictador en Hispanoamérica) y la sátira política de las novelas de El Ruedo ibérico (critican el reinado de Isabel II), ver pág. 244 del libro de texto SM.
LA NARRATIVA DE LA GENERACIÓN del 14 o Novecentismo: (Pág. 260-63 libro de texto)
En lo cultural, el Novecentismo supone la aparición de un nuevo tipo de intelectual. Frente a la Bohemia modernista, se hará gala de pulcritud, al autodidactismo del 98, se opondrá una sólida formación universitaria. Se pretende tratar los problemas en un examen sereno, objetivo, distante al menos. A las actitudes irracionalistas se opone la claridad racional, orientada a la formación de minorías.
Frente al casticismo del 98, se definen por su europeísmo, tendiendo a lo universal, sin encerrarse en lo nacional, seguirá el tema de España pero con enfoques menos patéticos.
Se huye del sentimentalismo.
Se abandona el estilo interjeccional (de Unamuno por ejm.) 
Se Crea un imperativo de selección (literatura para minorías) Se Busca un ideal de arte puro, claridad y equilibrio.
Preocupación por el lenguaje, metáforas en Ortega, densidad lírica en Miró.
Eugenio D'Ors tuvo un lugar esencial junto a Ortega como animador de las novedades intelectuales y estéticas, abierto tanto a las corrientes clásicas como a las de última hora, recogió en su Glosario, tanto en catalán como en castellano, breves comentarios sobre arte, pintura, literatura. 

Pero es sin duda, Ortega y Gasset (Madrid 1883- 1955) el pensador y filósofo de esta generación quien además teoriza sobre la Poesía y la Narrativa nuevas.

Estudió filosofía en Madrid y en Alemania y obtuvo la cátedra de metafísica en Madrid, en 1913 fundó la "Liga para la educación política" y en 1923 "La Revista de Occidente", en la que hallarían cabida las nuevas corrientes europeas y el pensamiento y las obras de los hombres del 14 y del 27. El tema de España lo trató en 1921 en La España Invertebrada, la mala situación española la explicaba por: disgregación nacional debido a los separatismos -Castilla ha hecho a España, pero Castilla la ha deshecho-, Castilla encerrada en sí misma, se agotó y las fuerzas centrífugas externas amenazan con desintegrar al país.
Por Disgregación social, por los particularismos de clase. Para Ortega las clases sociales deben vertebrarse con un espíritu de cooperación, pero tal espíritu no existe en España, cada grupo trata de imponerse, España se había convertido en una serie de compartimentos estancos, por la Indisciplina de las masas, una idea que desarrollaría luego en La Rebelión de las masas (1930). Las masas deben seguir a los mejores, una "minoría selecta" que supiera ofrecer un sugestivo modelo de vida común. Estas ideas fueron luego rebatidas por historiadores y políticos, tanto por su centralismo como por su elitismo, y fueron tildadas de antecedentes de postulados fascistas.  
En cuanto al Arte, en 1925, escribió La deshumanización del Arte e Ideas sobre la novela:     
El arte nuevo tiene un carácter minoritario y antipopular, divide al público en los que lo entienden y los que no lo entienden. Se trata de un arte puro, si hasta el XIX se valoraba el arte por lo que tenía de humano o de real, ahora se valorará por sus calidades formales. De ahí que tienda a la deshumanización, es un arte intelectual, ya que no se funda en el contagio emocional, sino en el placer estético. La poesía será anti romántica, "el álgebra superior de las metáforas” En fin, el arte tiende a convertirse en puro juego, lejos de todo patetismo, al arte joven busca la ironía. Todos estos supuestos fueron acatados por los hombres del 27, en su etapa más pura. También en Ideas sobre la novela hace un análisis semejante, la novela se agota por la dificultad de hallar temas nuevos, por eso era preciso mejorar las estructuras y cuidar el estilo, se llegaría así a una novela deshumanizada, en la que la acción sería un puro soporte mecánico, igualmente estas ideas influyeron en su época y volverían a surgir en la llamada novela experimental de los años 70.
A Ortega lo acompañan figuras intelectuales como El Dr. Marañón, El presidente de la República Manuel Azaña, o los historiadores Salvador de Madariaga y Américo Castro, todos tertulianos y colaboradores de la Revista de Occidente, donde compartían ideas sobre la nueva educación en España, la búsqueda de una salida progresista para el país, la revisión de nuestra historia y nuestros clásicos ( Don Quijote, D. Juan), con un afán crítico y un espíritu técnico distinto al melancólico de los del 98, y tratando de impulsar la Ciencia y la Investigación ( escuela creada por S. Ramón y Cajal, o Centro de estudios hispánicos creados por Menéndez Pidal, etc.)
Quizá hoy lo más atractivo para un estudiante de secundaria pueda ser acercarse a las páginas de El espectador y leer a su gusto en textos breves, reflexiones sobre aspectos artísticos, sociales o políticos
Gregorio Maranón, Américo Castro y Salvador de Madariaga, con Ramón y Cajal o Menéndez Pidal, formaban de nuevo en España un grupo de intelectuales que seguía los pasos del grupo de la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, Manuel Cossío o Jiménez Fraud, lástima que en una época los hombres no puedan aunar sus fuerzas o se vean obligados a abandonar el país.
Para los que quieran salirse de lo estrictamente literario pueden leer la Autobiografía de Ramón y Cajal “El mundo visto a los ochenta años”

LA NARRATIVA DEL 27:
Ya hemos dicho la importancia e influencia que tuvieron en la generación, los presupuestos artísticos que planteó para la Poesía y la Novela Ortega y Gasset: una novela deshumanizada, un arte que experimenta en las formas, que desordena la estructura narrativa y que recoge las piruetas vanguardistas de otras artes, el cine por ej. proclamadas en nuestro país por Gómez de la Sema, que implicaba la vuelta a cierto irracionalismo (esta vez producto del juego, asociación insólita de intuiciones, metáforas absurdas, ruptura con la sintaxis, fragmentarismo del relato), destacarían los nombres que tenemos recogidos en la pág. 215, Benjamín Jamés, Pedro Salinas o Francisco Ayala (El Boxeador y un Angel y cazador en el Alba), que vivió hasta nuestros días y, por tanto atravesó otras muchas etapas. 
La NARRACIÓN: Esta Generación vuelca su balanza en los poetas y la prosa, en ese sentido, fue relegada, abundan en ella los ensayos y estudios literarios, especialmente los de Dámaso Alonso, Pedro Salinas o Cernuda.

Pero como a esta Generación en medio del experimento Vanguardista le sobrevino la guerra, tanto poetas como prosistas cambiaron de rumbo y escribieron también literatura social o comprometida, de testimonio y denuncia, así las obras de César Arconada, La Turbina (que contrasta el atraso rural con la instalación de una central eléctrica) Ramón J. Sender: Siete domingos rojos, Mr Witt en el cantón( sobre el levantamiento cantonal en Cartagena) o Réquiem por un campesino español, donde con una técnica de Flash-Back muestra la vida de un campesino, su ideología política, los enfrentamientos, ahora que ha muerto, y todo esto en una aparente espera del cura, mientras se reviste para la misa de difuntos y van llegando los interesados, pero fijémonos en la fecha, es una novela de 1953, en este sentido también pondríamos aquí las novelas de Max Aub: El Laberinto mágico, ciclo novelístico sobre la guerra civil y campos de concentración. Pero esto ya es cerrar el círculo de la renovación narrativa en los primeros años del Siglo XX.


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