La poesía a partir de los años 70
En 1970 José María Castellet,
reúne en la antología “Nueve novísimos
poetas españoles” a José María Álvarez, Félix de Azúa, Guillermo Carnero,
Pere Gimferrer, A. Martínez Sarrrión, Ana Mª Moix, Vicente Molina Foix, Leopoldo
Mª Panero y Manuel Vázquez Montalbán, se les presenta con una decidida voluntad
rupturista, desafiante con la literatura anterior, es decir, un talante
provocador, semejante al que se presentaron los movimientos vanguardistas de
los años veinte. (El libro fue recibido casi como una ofensa, como una
descalificación global de la poesía española, se enfadaron los poetas que
creían tener derecho a estar incluidos, así el caso de José Miguel Ullán.) Y
terminó con el cansancio de la estética realista que los sectores más vivos de
la L. española sentían al final de los 60.
Para marcar distancia con la
poesía española anterior (a excepción de algún poeta del 27 -Cernuda o
Aleixandre-), harán gala de que sus influencias vienen de la lectura de poetas
extranjeros: T. S. Eliot, E. Pound, Yeats, Lautrèmont, autores
hispanoamericanos como O. Paz o Lezama Lima. Por eso en sus poemas aparecerán
citas de estos poetas, referencias, topónimos en inglés o francés.
Ellos son la primera Generación
que había nacido tras la guerra y comienzan a escribir en una “sociedad de
consumo”, donde iba filtrándose desde fuera la cultura del tebeo, del cine
americano, con sus ídolos (desde Mickey Mouse a Humphrey Bogart), la música de
Jazz / la música pop.
La misma libertad que utiliza el
músico de Jazz para tocar, la falta de plan, utilizará el poeta para elaborar su
poema, por eso se vuelve a la escritura automática, a la técnica elíptica, al
metapoema, donde el autor indaga sobre el lenguaje, y experimenta sobre el resultado
final de su elaboración.
Esteticismo: La mística de la
novedad, hizo estragos y erosiones en la gramática del poema, se llegó a abusar
del léxico suntuoso y técnico, de las referencias al cine, al deporte, a los
mass- media, dejando a los lectores en situación difícil para descifrar el
mensaje.
En el prólogo de Castellet a Nueve
novísimos y en las distintas “poéticas” que escribe cada uno de los
antologados se subraya:
-
La
despreocupación hacia las formas tradicionales, los preceptos, se exige
libertad formal.
-
La búsqueda de posibilidades expresivas se
orienta tanto hacia el aspecto rítmico y musical como a su relación con la
estructura de los textos o la ruptura de la lógica del discurso, la ya nombrada
escritura automática, de libre asociación de ideas, el collage o el pastiche
(que según la RAE es “Imitación o plagio
que consiste en tomar determinados elementos característicos de la obra de un
artista y combinarlos, de forma que den la impresión de ser una creación
independiente”) ,
-
Su
formación filológica, puede llevarles, por otro lado, al exhibicionismo
cultural, al retoricismo o manierismo, de los llamados “poetas venecianos”, ya que se hacen eco de ambientes decadentes,
estilizados, escenarios venecianos, cuyo trasfondo vuelve a ser la música, el
arte ( y que tal vez inauguró “La Oda a
Venecia desde el mar de los teatros”, composición de Pere Gimferrer, otro
caso es también Antonio Colinas, Sepulcro
en Tarquinia)
-
La
reflexión metapoética de muchas composiciones insiste en considerar el arte
como fenómeno autónomo, la poesía como un valor absoluto y el poema como texto autosuficiente.
-
La
reelaboración de los clichés de héroes del cómic y los motivos de los mass
media tuvo mucho de jugueteo y frivolidad gratuita, pero también fue una
actitud provocadora y un afán de desatascar la poesía de su papel trascendente,
se le negaba su alcance de transformación social.
-
No
obstante estos poetas fueron perdiendo la impronta experimentalista de su etapa
de presentación y eliminaron la algarada retórica y las referencias “culturalistas”.
AÑOS OCHENTA
Es
Curioso, porque a partir de los poetas de Castellet, ya no se mantiene el periodo de quince años para hablar de
generación, como se había hecho hasta ahora, sino que se empieza a hablar de
Generaciones por décadas.
José
L. García Martín advierte que los poetas más rezagados de una generación, se
abrazan con los más precoces de la siguiente, etc. Así que sin que se trate de
una ruptura radical con la estética precedente, ya que aquellos también la han
ido abandonando, se vuelva la atención al hombre histórico, lo que lleva a una
mayor humanización en la poesía, temporalización y contextualización en las vivencias
que se expresan, acercamiento al lector.
En
los años ochenta, la finalización de la censura, y la llegada de la democracia,
facilitó el rescate de los poetas de los sesenta, que volvían a tener que decir
en la búsqueda de causas justas, es entonces sobre todo, cuando se popularizan
a través de los cantautores sus poemas y sus reivindicaciones más conocidas,
desde “A galopar” de Alberti, hasta “La
poesía es un arma cargada de Futuro” de Celaya o “Qualsevot nit pot sortir el
sol” de Jaume Sisa. Y desde luego se rescata el magisterio de poetas de la
generación inmediata a la de los 70, como Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma
o Valente.
Las
tendencias se abren a nuevas formas y los antólogos, recogerán en sus
antologías distintas tendencias y distintos nombres, así se impone el nombre de
la POESÍA FIGURATIVA en la antología
de García Martín, para recoger a poetas
como Francisco Bejarano (Transparencia
indebida), Víctor Botas (Las cosas
que me acechan), Miguel d´Ors (Es
Cielo y es Azul, La Música extremada), Jaime Siles (Semáforos), Ana Rossetti (Los
devaneos de Erato, Devocionario), Luis Alberto de Cuenca ( La caja de
Plata) o Luis Antonio de Villena (La
muerte únicamente), poetas que tienen en común hacer una poesía que sea un espacio
con figuras, es decir, lejos de la poesía de la abstracción artificiosa
y retórica, el lugar concreto y la anécdota concreta.
Poesía
que ha sido llamada Poesía de la
EXPERIENCIA, donde se ahonda en lo
íntimo y en lo individual, no como experiencia romántica de un hombre
incomprendido por el mundo en el que vive, no, sino como experiencia personal
que puede ser común a sus lectores, estableciéndose una complicidad mutua. El
detonante de que se les pusiera este título vino dado por la publicación del
manifiesto La Otra sentimentalidad, 1983, reivindica una poesía
realista, con un léxico sencillo, situaciones cotidianas y búsqueda de la
emoción, estaban agrupados los poetas del grupo granadino, Javier Egea, Álvaro
Salvador, Benjamín Prado y el más conocido Luis García Montero, que a su relato
de hombre concreto añadían también el compromiso ético del poeta en la sociedad
(influidos por su contacto con Alberti, Ángel González o la lectura de Gil de
Biedma)
Luis García Montero ganó el premio Adonais con el Jardín Extranjeroen 1982, Habitaciones separadas, en el 94, Completamente viernes, en el 99, o
Habitaciones separadas, en 2003, su temática es amororsa y de reflexión
existencial.
Además
de los incluídos del grupo de Granada se incluyen Felipe Benítez Reyes es otro representante destacado de este grupo.
Sus temas preferidos, además del amoroso, son la memoria, el paso del tiempo y
la propia literatura. Es autor de, entre otros, Los vanos mundos y Vidas
improbables, ganador del Premio de la crítica y del Premio Loewe.
Carlos Marzal, cuyo reconocimiento llegó algo
más tarde que el de sus dos predecesores, ganó el Premio de la crítica con Metales
Pesados (2001), y en 2002 el Nacional de Literatura, por el mismo poemario.
Marzal, desde una poesía realista, escéptica e irónica, meditativa sobre el
amor o la amistad (La vida de frontera), pasa, sin embargo, a una menos
figurativa y más cuidada (Fuera de mí)
Jon Juaristi (Bilbao, 1951) se aleja
levemente de estos planteamientos, ya que en él predomina un tono melancólico y
desengañado ante la realidad y ante él mismo, cubierto con una sutil ironía.
Destacan su reinterpretación de los clásicos y su preocupación por el problema
vasco. Es autor de obras como Diario de un poeta recién cansado o Tiempo
desapacible.
Otros
cercanos a ellos serían Francisco Bejarano, Abelardo Linares, Juan Lamillar.
Andrés Trapiello, en poemarios como La vida
fácil, defiende una poesía tradicional, de tono sereno y basada en modelos
como Unamuno o los Machado. También leonés, Julio Llamazares se encuentra a medio camino entre un simbolismo y
una serenidad similar a la de Trapiello, y una nueva poesía épica del mundo
rural, que recuerda la intrahistoria.
A
mediados de la década, un conjunto de autores que se agruparon bajo lo que
ellos mismos denominaron La diferencia
reivindicaron la independencia y libertad literarias, frente a la poesía de la
Experiencia, que consideraban tendencia dominante, protegida, tal y como
afirmaban en sus poéticas y textos teóricos, por los poderes públicos. Dentro
de esta corriente de la Diferencia destacan los escritores Antonio Enríque,
José Lupiáñez y Fernando de Villena.
Pasados
los años, van sumándose los distintos caminos a los que se abrió la poesía en
los años ochenta: Poesía intimista de
Miguel d´Ors; la poesía esencialista o minimalista –neopurista- de Ramírez Lozano o Álvaro Valverde, Ada Salas partícipe
de la reflexión metafísica que defienden una poesía minimalista en la que
cobran suma importancia los espacios en blanco entre los versos.; la elegíaca de E. Sánchez Rosillo; “Culturalismo” exhibicionista de nuevo
en Luis Alberto de Cuenca o César A. Molina. Poesía irracionalista,
alejada de la experiencia, como la de Juan Carlos Mestre, Antífona de Otoño en el valle del Bierzo, premio Adonais donde los versículos
se amplían hasta tocar la prosa y las imágenes se agrupan en secuencias
rítmicas con algo de salmodia, todo ello al servicio de un clima telúrico de
gran intensidad expresiva y fuerte pálpito emocional o En la Tumba de Keats. Blanca Andreu De una niña de provincias que se vino a vivir en un chacal.
Mencionar
los abundantes poemarios sobre el erotismo desde un punto de vista femenino,
escritos por autoras como Ana Rossetti (Los devaneos de Erato), Almudena
Guzmán (Poema de Lida Sal, Usted, Calendario, El
príncipe rojo) o Aurora Luque (Hiperiónida, Problemas de doblaje,
Camaradas de Ícaro).
Tampoco
se abandona la poesía del tono irónico y del humor, como la del propio Alberto
de Cuenca, Benjamín Prado.
Podemos
repetir las líneas generales de la poesía anterior:
-
Rechazo
a una poesía que busca sorprender antes
que emocionar.
-
Se
vuelve al coloquialismo y a la narratividad (cantar y contar)
-
Se
vuelve a dar importancia a la métrica y a la estructura poemática.
-
No
pretenden deslumbrar, sino ser inteligibles.
-
Gusto
por la expresión de lo íntimo, lo cotidiano, lo coloquial.
Poesía
años noventa
Como
dice Ángel Prieto de Paula, son pocos los poetas que permanecen situados
inamoviblemente en uno solo de los caminos en que se despliega la poesía en
estos años; y pocos los caminos que permiten una fijación conceptual
inequívoca. Desconectados de la estética dominante, algunos autores trataron de
revitalizar su elección. Un libro de Miguel d'Ors sobre poetas españoles
finiseculares se titula La aventura del orden: una nueva actualización
de la antigua dialéctica entre tradición y vanguardia, o logocentrismo y
experimentalismo, que articula buena parte de la poesía del Siglo XX.
Algunos
poetas tienden a una cierta conciliación de posturas, en la que se incluyen
poetas como Jorge Riechmann, los últimos libros de Carlos Marzal y Vicente
Gallego. Riechmann evoluciona desde una poesía metafísica y hermética (Cántico
de la erosión) hasta una comprometida con la sociedad (El día que dejé
de leer El País). Gallego comenzó con un periodo reflexivo (La luz, de
otra manera) al que fue incorporado meditaciones sobre la vida actual y las
relaciones de pareja (La plata de los días). Fernando Beltrán, tras su
manifiesto en favor de una "poesía entrometida", orientará parte su
voz poética a un lado social, sin abandonar el estilo que comenzó con
"Aquelarre en Madrid". Fruto de esta conciliación son también las
voces de, cada vez más abiertas al experimentalismo y a una relectura irónica
de la vanguardia.
Por
otro lado, recogiendo la herencia del “realismo sucio”, surge una poesía
centrada en explorar emociones que redundan en el hastío y el desengaño. Los
autores principales en esta línea son Roger Wolfe y Pablo García Casado.
Una
nueva tendencia, a quien parte de la crítica ha venido a denominar Poesía de la Conciencia se forma en una
poesía de fuerte raigambre social, alrededor tanto de los encuentros poéticos
organizados en Moguer con el nombre de Voces del extremo como a través
de diversos movimientos de izquierda
anticapitalista. Autores en esta línea serían Antonio Orihuela, Isabel Pérez
Montalbán, Jorge Riechman, David González y Antonio Méndez.
Una
línea de Poesía imaginativa la
inaugura Ana Merino Preparativos para un
viaje (1995), Los Días gemelos (1997),
Juegos de niños (2003).
Pero estos poetas, si nos
descuidamos, van quedando atrás, frente a la pujanza mediática de
las redes sociales, y el nuevo impulso que ha tomado la
Poesía/Canción
otra vez con Marwan,
(Todos
mis futuros son contigo), Rayden
(Terminamos y otros poemas sin terminar) Diego
Ojeda o María Rozalén (Comiéndote a besos) y Elvira Sastre (Ver
poemas y canciones en Youtube de cualquiera de ellos)
En
la línea creativa, mezclando tendencias y temas siguen los autores de las
generaciones anteriores, y y volvemos a presenciar la diversificación de posturas en este nuevo siglo.